martes, 13 de diciembre de 2011

El título siempre es lo más difícil :D

Ese día se despertó más temprano de lo normal...y es que el temor de que los cinco minutos más de cada mañana se convirtieran en quince no la dejaba dormir. No había tiempo que perder, la rutina de cada día le exigía ocupar cada segundo en cosas con las que probablemente nunca soñó. El café de la mañana era uno de esos placeres para los que siempre había tiempo, pero con mucho cuidado de que no sobrepasara los cinco minutos...esa unidad de tiempo que parece tener poder mágico para todo "en cinco minutos llego", "cinco minutos más y me voy" y la que resulta más extraña "regálame cinco minutos" como si cada quién llevara su partecita de tiempo sobre la espalda y pudiera compartirla a su antojo. Bueno, creo que me estoy desviando y que lo importante aquí era el café, la forma como se convencía a ella misma de que sin él no podía funcionar, mientras que esa vocesita en su cabeza resonaba y le decía que tal vez no tiene nada que ver, que es solo su forma de rellenar el tiempo muerto entre el baño y la hora de salir, entre el trabajo y las clases, entre la clase y la otra clase...y así, todo porque no hay que desperdiciar el tiempo, porque el tiempo es oro y si tuviera mucho oro probablemente lo gastaría en café...(continúa)

Al salir de su casa, recordó esa época en que se sentía afortunada; esa época en que estaba convencida de que era bendecida por los dioses y que todo en su vida era perfecto. Y se sintió tonta ¿acaso quién era para merecer el favor de los más grandes? una simple mujer, un punto minúsculo sin ninguna trascendencia en el universo. Ahora sabía que su ausencia no traería ningún tipo de consecuencia, ni buena ni mala, que seguir viviendo solo era parte de su terquedad porque en el fondo de su ser, aún guardaba la esperanza de encontrar un motivo que valiera la pena. Así divagaba durante todo el día, pensando en cómo sería su vida si hubiese nacido en otro lugar, en otra época; o en cómo sería la vida de otras personas si ella no existiera. La verdad es que a veces se aburría (como es normal) entonces se perdía entre los libros, y en ello realmente encontraba un gran placer. Se imaginaba que tal vez ella misma era parte de una historia, escrita por una o varias personas, y que precisamente en este momento se trataba de alguien sin mucho talento. Pensaba que si tuviera que dar su opinión sobre la historia de la cual hacía parte, seguramente la calificaría de aburrida, incoherente, falta de emociones, y que si fuera su decisión, no la dejaría salir a la luz.

"El tiempo es oro" seguía repitiéndose, mientras la llenaba ese sentimiento de culpa al sentir que lo estaba desperdiciando, que un día despertaría ya muy anciana, sabiendo que sería el último de sus días y sentiría que no hizo nada con su vida, que no fue importante para nadie y que nunca sería recordada. Ante esto, lo mejor era encender un cigarrillo y acompañarlo con café, su eterno compañero...uno de esos pequeños placeres por los que valía la pena seguir, a pesar de todo...

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